“El pueblo de Chile es protagónico en este proceso. No estaríamos aquí sin las movilizaciones de ustedes», señaló este 11 de marzo el exlíder estudiantil y ahora mandatario (más joven) de Chile ante decenas de miles de seguidores.
El ascenso político de Boric ha sido vertiginoso. Una década atrás era prácticamente desconocido, hasta que en 2011 surgió como uno de los líderes más representativos del movimiento estudiantil que tomó las calles del país sudamericano, demandando al Estado educación gratuita y de calidad. Que a propósito, por aquel entonces transcurría el primer gobierno Sebastián Piñera, a quien reelevará como presidente el próximo mes de marzo.
Lo que logró mayor impacto fue el uso de sìmbolos y su dinámica creatividad en las acciones emprendidas para visibilizar el movimiento (besatones, flashmob, marcha de los paraguas), mismos que le permitieron permanecer en el imaginario colectivo tanto al interior del país como al exterior.
Hoy, a poco más de 10 años y con una pandemia en medio, Boric -con 36 años de edad- deberá realizar la compleja encomienda que millones de chilenos le confiaron: transformar un país que reclama un cambio de rumbo.
El izquierdista Gabriel Boric, emocionó a sus seguidores iniciando su mandato del mismo modo en el que comenzó su campaña electoral; lleno de simbolismos y rompiendo todos los protocolos oficialistas. Siendo el levantamiento del puño izquierdo la firma simbólica de su cargo como máxima autoridad del país; enmarcándolo con un «gran sentido de la responsabilidad y el deber ante el pueblo».
Cabe mencionar que sus primeras declaraciones (más progresista desde la campaña), el ahora presidente puso de manifiesto que su gobierno estará enfocado en impulsar políticas sociales. Recordando que sus propuestas electorales nacieron a partir de la lucha social, el feminismo, la crisis climática, la descentralización y un trabajo digno en su país.
Además, y a pesar de que sus posturas rompen con el sistema económico que ha regido el país durante más de tres décadas, Boric apeló a la unidad entre fuerzas políticas. «Nos vamos a necesitar todos, Gobierno y oposición», agregó.
Lo anterior, pone de manifiesto que Chile y probablemente el resto de América Latina está (nuevamente) en un proceso de búsqueda de identidad; en el que el sector estudiantil desempeña una función trascendental en su devenir histórico político y social.
Enfatizando que los movimientos sociales han hecho posible la apertura del debate político, la democratización de la discusión y la consideración de problemas denunciados por estos grupos.