Los símbolos de la Selva (política) : Ilusión de verdad

diciembre 15, 2021 Carlos Lorenzana

Introducción

A propósito de la tercera edición de lo que se ha denominado como el AMLOFest; y partiendo de lo expuesto por el periodista Raymundo Riva Palacio, quien aseguró -en su más reciente columna para Ejecentral– que la aceptación y el éxito del mandatario federal entre la gente, radica específicamente en las conferencias mañaneras, subrayando que “el secreto, es la repetición de ideas simples”, cabe recordar las palabras atribuidas a Joseph Goebbels: “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Y que entre los psicólogos, se conoce como el efecto de la «ilusión de verdad».

El pasado miércoles 1 de diciembre, el presidente Andrés Manuel López Obrador rindió su informe correspondiente a los primeros 3 años al frente de la presidencia de la república, mismo que fue severamente criticado por un amplio sector de la población, sobre todo porque el evento se realizó en medio de la amenaza de una cuarta ola de Covid-19 y ante la nueva variante ómicron. Aunque indiscutiblemente también hubo cientos de miles que lo celebraron y hasta lo acompañaron en el llamado «tercer informe popular».

¿Repetir una mentira?

Pero regresando a la premisa central de este número de los Símbolos de la Selva, es pertinente decir que en este caso particular, la oración «repetir una mentira» el acento no está puesto en la «mentira» sino en «repetir».

Indudablemente y a la luz de los hechos, López Obrador ha venido reproduciendo un mismo discurso -y no solo desde el inicio de su mandato, sino desde hace tres décadas-. Discurso que le ha llevado a conquistar adeptos a lo largo del tiempo y espacio.

Por lo que vemos que el mandatario federal lo tiene muy bien trabajado y ha aprendido a usarlo maquiavélicamente. Así, y sabiendo que las palabras se perciben mejor luego de verlas y/o escucharlas varias veces, Andrés Manuel ha remplazado los discursos retóricos, por pequeños slogans, es decir, frases cortas que en un instante visual resumen sus ideologías o sus intenciones: «abrazos, no balazos», «me canso, ganso», «yo tengo otros datos», «la mafia del poder», “prensa fifí», «primero los pobres», entre otras…

Resumiendo lo anterior en una oración, casi tan contundente como el propio discurso de López Obrador: quien, gobierna hablando y habla gobernando. En este sentido, Luis Antonio Espino, consultor en comunicación y columnista del diario The Washington Post, considera que el discurso del representante del ejecutivo nacional es “un fracaso comunicativo, pero un rotundo éxito propagandístico”.

Ergo, la comunicación emotiva del presidente ha demostrado -a simpatizantes, contrarios y desertores-,  ser lo suficientemente efectiva como para concentrar a más de 200 mil personas en el zócalo de la Ciudad de México en medio de una pandemia.

La ilusión de verdad

Por otro lado, tenemos la ilusión de verdad que es uno de los fenómenos más estudiados por la sociología y el márketing. De los cuales se ha concluido que a las personas nos resulta más sencillo procesar información que hemos encontrado con anterioridad otras veces. Esto crea una sensación de fluidez que luego (mal) interpretamos como una señal de que el contenido es verdadero. Todo esto va ligado a lo rápido que procesamos los hechos.

Esto puede entenderse desde una especie de pereza mental -muy presente en el comportamiento animal- que nos dispone a elegir siempre los mecanismos de facilidad cognitiva. En una suerte de supervivencia, favoreciendo el uso adecuado de recursos. Y si a esto le sumamos que el terreno político es, sin duda, un ámbito donde la sociedad puede ver reflejada de manera franca y común el ejercicio de la deshonestidad; tenemos el caldo de cultivo perfecto para que Andrés Manuel, haga uso de este recurso (posiblemente) desde el neuromarketing político.

Recordando lo enunciado en anteriores entregas de esta serie, pero ahora visto desde un pensamiento más cercano a los sofistas -cuyo razonamiento tiene como objetivo la eficacia persuasiva y no la verdad en sí misma-. Esto implica que es más fácil que nos cuelen una idea si está elaborada con hechos falsos aunque sepamos que lo son.

Y es que para los investigadores, el impacto de la deshonestidad a nivel neuronal es de tal magnitud que incluso puede hablarse de un “mecanismo neural”; es decir, un principio biológico de adaptación que contribuye al fenómeno, llamado adaptación emocional.

De hecho, los estudios también han demostrado que el grupo más vulnerable a este tipo de engaños es la gente mayor, por encima de los 50 años, pero parece no haber diferencias según tu propia ideología, ni si se trata de asuntos políticos, científicos o de otro tipo.

Conclusión

Finalmente cabe señalar que el poder de manipular la realidad de nuestros pensamientos está limitado. Esto quiere decir que siempre tendremos la capacidad de llevar a cabo procesos cognitivos y de razonamiento más elevados, que nos permitan entender lo que es falso y lo que es verdadero. Y que si decidimos emplearlos la ilusión de la verdad se diluye…

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