“Ser o no ser, esa es la cuestión”. Icónica frase de apaertura del soliloquio pronunciado por Hamlet, que nos invita a reflexionar sobre las tensiones que se producen entre la voluntad y la realidad.
Misma que brinda la posibilidad de cuestionar el acontecer político nacional actual. Y es que, en efecto, en estos tiempos en donde la tensión entre la voluntad (de unos cuantos) y la realidad (de otros tantos) se apoderan del pensamiento y del discurso político; el cuestionamiento filosófico planteado por el dramaturgo y poeta inglés, William Shakespeare cobra mucho sentido.
En este caso en particular, para cuestionar las implicaciones que existen entre votar o no votar, en la revocación de mandato promovida por vez primera en México.
Pero comencemos por el principio. Dentro de la democracia participativa -modelo que en su momento revolucionó la concepción clásica de democracia- se propone una mayor intervención de los ciudadanos en los procesos de toma de decisiones, a partir de la introducción de instrumentos de participación directa. Siendo, la revocación del mandato, sin duda, la más reconocida y la más cuestionada: la que provoca más polarización.
Venezuela (2004) y Bolivia (2008), son un antecedente histórico inmediato en el imaginario colectivo de este tipo de ejercicio democrático. No obstante, en algunos países de Europa, así como en Canadá y en Estados Unidos, se ha venido aplicando; aunque de forma limitada a gobiernos locales. Sin olvidar que sus orígenes proviene desde la democracia ateniense, que con la llegada del modelo representativo cayó en desuso.
Así, México se convertirá en el tercer país de la región en consultar a la ciudadanía sobre la remoción anticipada del titular del Ejecutivo Federal.
Y aunque este mecanismo, fundamentado en la soberanía popular y bajo la idea del mandato imperativo, permite la conclusión anticipada por la inconformidad con el desempeño del cargo, la pérdida de la confianza en el representante o la insatisfacción generalizada. La discusión de lo que acontecerá en próximos días en México no debería sustentarse en la efectividad (o no) de dicho mecanismo de participación ciudadana; ya que de lo que se trata -particularmente en este caso- es de mostrar el músculo político-electoral con el que cuenta Morena, de cara a los comicios de 2023 y 2024. Es decir, poner de manifiesto que el presidente Andres Manuel López Obrador sigue contando con la capacidad movilizar a millones de ciudadanos.
Luego entonces, López Obrador no tiene ningún plan de abandonar sus funciones, sino todo lo contrario. El presidente busca que la revocación sea un ejercicio sobre su figura y su liderazgo.
De otra manera, cómo podría explicarse que en los últimos meses se ha podido ver a simpatizantes de López Obrador buscar de forma activa apoyo para la realización del referendo que podría, de hecho, ponerle fin a su mandato.
Además de que este ejercicio que debería impulsar la participación democrática, ha provocado el efecto contrario, aparta a la ciudadanía porque confronta y polariza.
Pero entonces, ¿votar o no votar…?