Símbolos de la Selva (política):

marzo 10, 2022 Carlos Lorenzana

Identidades, nacionalismo y patriotismo: la expansión rusa

En las últimas semanas, la tensión entre Ucrania y Rusia ha levantado diversas opiniones de la comunidad internacional.

Y aunque la historia del conflicto es añeja y compleja, los más recientes hechos se remontan al 24 de febrero cuando el presidente Vladimir Putin, anunció el inicio de una «operación militar especial» en Ucrania. Tan solo unos días después de haber reconocido la independencia de las regiones ucranianas de Donetsk y Luhansk.

Pero antes de continuar, debemos tener presente que ambas regiones del territorio ucraniano son hogar de un gran número de rusos étnicos. Y que la ciudad de Kiev, capital de Ucrania, es considerada como el lugar donde nació la república rusa.

Así, dichos antecedentes históricos, étnicos y culturales en Ucrania han buscado ser aprovechados por Vladimir Putin; quien a menudo, menciona que “el estado ruso tiene el derecho y la obligación de protegerlos y defenderlos, no importando dónde se encuentren los rusos en el mundo”.

Además, en 2008, el entonces portavoz de Putin, Vladislav Surkov, afirmó que “Ucrania no es un estado”. Y más recientemente el propio mandatario escribió un artículo en el que afirma que los rusos y los ucranianos son “un pueblo, un todo único”.

Pero ¿qué es lo étnico y qué tiene que ver con el actual conflicto armado?

Las étnias o grupos étnicos, así también definidos, pueden ser considerados como pueblos, naciones, tribus o comunidades; según los distintos contextos y circunstancias. Aunque a menudo se identifica a los grupos étnicos en función de la identidad local versus la identidad nacional.

Es decir, la identidad nacional se construye como un elemento que, en el contexto del Estado Nación moderno, da sentido a la idea de pertenencia hegemónica; fundamental para diferenciarse de otras y otros en el mundo. Luego entonces, la institucionalización de la identidad consiste en la organización simbólica y material de procesos, para dar cohesión a un grupo social, dentro del marco de influencia del Estado.

De hecho, muchos conflictos étnicos en el mundo obedecen a problemas surgidos a raíz de los cambios en la posición de un grupo étnico dentro de un marco social más amplio: como podría serlo el territorio nacional.

Cuando un Estado usa una identidad concreta, superponiéndola exageradamente sobre otras, ejerciendo poder sobre la base de esas diferencias, nos encontramos con lo que Mary Kaldor denomina política de identidades.

Aunque, de hecho, puede sostenerse que el conflicto étnico no existe. Lo que sí existe son conflictos sociales, políticos y económicos entre grupos de personas que se identifican según criterios étnicos: color de piel, religión, idioma, entre otros.

No obstante, cuando se utilizan las diferencias étnicas para distinguir “al otro” en una situación de conflicto, la etnicidad se convierte efectivamente en un factor determinado de la dinámica del conflicto.

Es aquí donde entran dos conceptos claves en la conformación de las identidades del Estado: patriotismo y nacionalismo, son dos términos que relacionan al individuo con su nación de origen. Y aunque puedan parecer sinónimos y a menudo se utilizan como tal, pues ambos se nutren de los mismos simbolísmos; son conceptos paralelos.

Con patriotismo entendemos la devoción hacia un lugar particular y un estilo de vida, que uno cree que son los mejores del mundo, pero que no tiene ningún deseo de imponer en los demás, así mismo suele aceptar lo plural, lo diverso, como algo enriquecedor. Mientras que el nacionalismo es excluyente y en ocasiones hasta supremacista; el propósito constante de todo nacionalista es obtener más poder y más prestigio, no para él mismo, sino para la nación o la unidad en la que haya decidido hundir su propia individualidad. O como diría Romain Gary en su libro Pour Sganarelle: “El patriotismo es el amor de los propios. El nacionalismo es el odio de los demás”.

No obstante, sobre ambas identidades del Estado (Patria y Nación) se han derramado abundantes cantoidades de sangre a lo largo de la historia.

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